Cruzan enfrente tuyo,
día a día,
noche a noche.
No te avisan,
pero tienen un color fluorescente,
que al verlas las agarramos,
y no nos importa el color,
ya que cerramos los ojos,
y que sea lo que sea.
Pueden ser buenas,
o malas,
dar un buen futuro,
o empeorar el actual.
Nunca antes sabrás,
si sirven o no,
pero te llaman la atención,
y tu reacción es rápida.
Pero no todos tenemos
la posibilidad de ver una,
o dos o tres,
podemos no tenerla nunca,
o tenerlas siempre y dejarlas pasar,
pero ellas no se cansan:
si uno no las toma,
saben que habrá otro que las utilizara
y ahí se producen las suertes,
las que te cambian la vida.
El destino puede estar predispuesto,
pero esos cambios repentinos hacen que el mundo
tenga su color,
de que cada día sea diferente,
porque nunca sabrás lo que va a pasar,
y si esa oportunidad te va a llegar.
día a día,
noche a noche.
No te avisan,
pero tienen un color fluorescente,
que al verlas las agarramos,
y no nos importa el color,
ya que cerramos los ojos,
y que sea lo que sea.
Pueden ser buenas,
o malas,
dar un buen futuro,
o empeorar el actual.
Nunca antes sabrás,
si sirven o no,
pero te llaman la atención,
y tu reacción es rápida.
Pero no todos tenemos
la posibilidad de ver una,
o dos o tres,
podemos no tenerla nunca,
o tenerlas siempre y dejarlas pasar,
pero ellas no se cansan:
si uno no las toma,
saben que habrá otro que las utilizara
y ahí se producen las suertes,
las que te cambian la vida.
El destino puede estar predispuesto,
pero esos cambios repentinos hacen que el mundo
tenga su color,
de que cada día sea diferente,
porque nunca sabrás lo que va a pasar,
y si esa oportunidad te va a llegar.