En la escuela, la maestra de arte le pidió a sus alumnos que hagan un dibujo a libre elección. Los niños y niñas de esta escuela tenían en sus manos la libertad de expresarse, de mostrarse al mundo con un lápiz y una hoja. Todos tenían ganas de hacer animales o dibujos animados, quizás casas o personas, sin pensarlo como algo existencial sino como para satisfacer a la profesora con algo simple y lindo. Pero había uno que quería diferenciarse, mostrar que esto no era algo más sino que podía demostrar sus sentimientos y dejar en claro que su pasión podía dibujarse en una hoja en blanco.
Alejandro era un nene de 11 años, como la mayoría de sus amigos. Le gustaba complicar las cosas, ya que nada era hecho de por sí,todo tenía un significado. Un día después del trabajo pedido, ya que tenía una semana para hacerlo, se puso a pensar lo que podía dibujar. No para complacer a la profesora y que esta le diga:"Muy bien,lindo dibujo hiciste".Sino para expresar sus sentimientos, sus gustos, alguna de sus pasiones. Y se dedicó a graficar un auto. Pero no uno cualquiera, sino uno complicado, y a la vez con algún significado que nunca pudo saberse cual era, solo él lo sabrá. El Chevrolet Impala era su objetivo, sin ni siquiera conocerlo o visto alguna vez. Utilizo una imagen de una revista para guiarse, y fijarse en los detalles. Los colores de su nación plasmados en un automóvil, el celeste y el blanco.Habra querido dibujar otro auto, pero le salió algo muy parecido al de la imagen.Nunca lo sabremos. Luego de horas de dedicación, cerró la carpeta. El trabajo estaba hecho.
Pasaron los días, hasta que llego el momento de entregarlo. Sus compañeros se veían que hizo cada uno. Casas, animales, personajes televisivos, y hasta un sol. Cuando la profesora se los pidió, todos le entregaron el dibujo. Alejandro se quedó pensando en lo que había graficado, porque algún sentido tenía. Sonó la campana, era momento de volver a casa.
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| Chevrolet Impala 1958 |
Pasaron los días, hasta que llego el momento de entregarlo. Sus compañeros se veían que hizo cada uno. Casas, animales, personajes televisivos, y hasta un sol. Cuando la profesora se los pidió, todos le entregaron el dibujo. Alejandro se quedó pensando en lo que había graficado, porque algún sentido tenía. Sonó la campana, era momento de volver a casa.
En ese camino de regreso, donde lo separaban 10 cuadras, nunca pensó en lo que iba a ver. Un auto parecido al que dibujo. Mismos colores, mismos detalles, mismo modelo. Lo observó detenidamente, parecía que el coche detenía su ritmo. Se le cruzaron muchas cosas por la cabeza. Era un Déjà vu, precisamente un Déjà vécu. Fue ahí que comprendió que todo tenía sentido, que todo provenía de un "algo". Nada era de la nada.
Alejandro recibió su trabajo, y su nota fue la más baja en relación a sus compañeros. La profesora le puso detras: "La próxima vez trate de hacer cosas más de su edad.Sus compañeros lo entendieron pero usted no. No crea que con un auto pueda impresionarme.Mejore para la próxima vez, y entregue algo que no me de malos recuerdos.Ese auto no lo pudieron ver muchos, pero le aseguro que tiene un significado especial. Trate de no contar esta historia, ya que el Impala celeste y blanco que usted vio no existe."
Como dijo Arthur Funkhouser "Todos tenemos alguna experiencia de la sensación, que nos viene ocasionalmente, de que lo que estamos diciendo o haciendo ya lo hemos dicho y hecho antes, en una época remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por las mismas caras, objetos y circunstancias; de que sabemos perfectamente lo que diremos a continuación, ¡como si de pronto lo recordásemos!"
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Por Sergio A. Pomares (Basado en una historia real)
Déjà vécu significa> ya vivido
