“Ha terminado el partido, y Quilmes jugará la próxima temporada en la Primera B Nacional.”Eran las palabras que quienes no pudieron concurrir al estadio escucharon mediante la televisión, o por la radio. Ese partido contra Quilmes marcó un antes y un después en la historia de la cerveza. Otra vez tenía que pelear por volver, pero nunca pensó en lo difícil que se les iba a poner, y menos en los rivales que lo acompañarían desde la primera: River y Gimnasia, además de Huracan que descendió directamente.”Pelearemos por entrar en el último lugar de la promoción” decía el más optimista.
Se recordaba esa última gran campaña, cuando con 64 puntos tocaban el cielo, pero en segunda posición detrás de Olimpo. El equipo que conducía Ricardo Caruso Lombardi, que se quedó a pesar de que no pudo salvar al equipo, conocía a muchos de los rivales, pero cuando supo que el “Millonario” descendió, no iba a ser lo mismo. “19 equipos peleando por el segundo puesto”, aunque a medida que pasaban los partidos, esa idea de superequipo riverplatense quedaba muy desnutrida.
Manteniendo el plantel, con la llegada de algunos jugadores, se mentalizó en la idea de un buen juego. Toques por el suelo, nada de pelotazo como se piensa que es esta divisional. Juego en equipo, pensar en positivo y no en los demás. Creer en sí mismo, y ser uno para todos y todos para uno. Esas eran las ideas que provenían del director técnico para sus dirigidos. Comenzó jugando en la primera fecha en Corrientes, frente a Boca Unidos. Una derrota por 3 a 1, complicaba las cosas, luego del descenso. Pero adentro de ese vestuario se sabía que se podía cambiar y superar. Así fue que consiguieron dos victorias seguidas. En la cuarta, en su estadio, el River de Almeyda, y todo lo eso generaba, se veían las caras. Alejandro Domínguez volvía al “Centenario”, pero a enfrentarlos. Choque de buenos planteles y de diferentes ideas tácticas, permitieron ver un juego agradable en términos futbolísticos. Un empate y un punto para ambos.
Una derrota con Ferro en la sexta, volvió a traer confusiones en los hinchas, y algunos reproches contra Lombardi. Luego de eso, 6 partidos invictos con 3 victorias, y un empate contra otro equipo duro de la categoría como Central. Otras 2 derrotas, esta vez consecutivas, hundían el barco y las posibilidades de seguir peleando o codeándose con los punteros. Pero todo esto quedaría atrás, doblegando y superando esos invictos: 14 partidos sin perder, empezando con el triunfo ante Gimnasia (LP) de local, con 7 victorias y ¡21 goles en cuatro partidos! (6 a G. Brown, 7 a Independiente, 4 a Aldosivi y a Atlético Tucumán).Algunas de esas victorias fueron conseguidas en la segunda mitad del torneo, la mitad mediática del cervecero. ¿Por qué? Porque a su entrenador se le cambiaron los intereses y optó una oferta irrefutable: dirigir a un grande, San Lorenzo. Acá hare una pausa. Esto quiere decir que lo movió el dinero, porque uno al ser jugador y/o entrenador debe estar mentalizado en que no hay equipo mejor al que tiene, en relación a jugadores y a objetivos. Más si Quilmes estaba peleando por ascender. El entrenador dejó de lado a su plantel, y se fue a dirigir y a “salvar” a un complicado azulgrana.
Pero volviendo a lo que nos interesa, quién se hizo cargo fue Omar De Felippe, un excombatiente de Malvinas. Él seguramente sabe lo que es luchar y poner en juego una bandera, en este caso la de Quilmes. Arrancó en la fecha 28, en la ciudad de Tucumán con una goleada, y todo parecía que se olvidaron rápido de Caruso y que el nuevo entrenador los entendía a la perfección. Pero quien sabe de fútbol, sabe que todo lleva un tiempo. Fue así que en la segunda oportunidad en el banco de suplentes, perdió en su estadio frente a Rosario Central y acabó con ese invicto. Otra derrota, la segunda vez que pierde dos veces consecutivamente, y esta vez contra un equipo que tomo fuerza y reconocimiento: Patronato, en Paraná por 2 a 1. Esa fue la última derrota del equipo en la divisional.
A partir de ahí, 5 victorias y 2 empates, y quedaba una fecha por jugarse. La última, con posibilidades de ascender, pero más de promocionar por los puntos que tenían. Estaba puntero River e Instituto con 70 y ellos juntos a Central con 69. Enfrentaba a Guillermo Brown, en Puerto Madryn. Los locales, jugaban con suplentes y eso les daba “ventaja”. Y finalmente fue así, el “Cervecero”, con goles de Martín Cauteruccio consiguió la victoria más importante del torneo, ya que los colocó en la segunda posición, y así tener un lugar para la Primera División el año que viene.
Luego de un año, dos entrenadores, aciertos y preocupaciones, vuelve al torneo en donde se lo vio campeón en 1978.Se repite la historia como en 1965,1981 y 2011 (Ascensos por segundos puestos). Si tendría que hacerse un póster, y elegir a los 11 jugadores del club, sería difícil. Pero seguramente algún hincha diría: Emanuel Trípodi; Jorge Serrano, Joel Carli, Sebastián Martínez, Ernesto Goñi (Claudio Corvalán); Leandro Díaz, Pablo Garnier, Jacobo Mansilla (Sebastián Romero); Miguel Caneo; Martín Cauteruccio, Ezequiel Rescaldani (Fernando Telechea).El equipo que se quedó con 8 jugadores después del descenso, incorporó a 17 jugadores, todos ellos elegidos por el primer entrenador. Pensando en lo que viene, algunos tienen ofertas, otros se quedarán y otros terminan con sus contratos. Por el lado de ellos, hoy tendrán su festejo, bien merecido. Se pensará luego sobre lo que se dijo recién, de quienes siguen y no.
Con 72 unidades, donde 60 fueron de sus 20 victorias y 12 empates (restantes derrotas), siendo el equipo menos goleado con 21 en contra, y el segundo más goleador (62) detrás de River por cuatro, el equipo de Lombardi-De Felippe cierra una temporada perfecta, muy cautelosa, y así consigue el Ascenso Directo.
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